Voladura

Nombre: Ethaw
Ubicación: A Coruña

lunes, abril 24, 2006

Sinergia

El mundo es una farola. Poca alumbrado en su manera de dar a luz a los indigentes con sus rostros de quita y pon, el mundo entre bastidores del lenguaje que aprendemos para herir, mundo de Maquiavelo y Lucifer, Fausto, el amanecer de un duelo a pistola limpia cayéndose en el jardín algún romántico inventado. El mundo de artificio y todo tu cuerpo desnudo delante de mi. Tu mundo y el resto. Mis pocas ganas de seguirte y aún así te seguiré, la lluvia, los charcos, mis pies mojados, los mundos y la prisa que me confunden aunque siempre estoy confundido, el mar junto al mundo que escribo, y la noche contigo aún no estando presente tu cuerpo pero poco importa. Cuando invento mundos te veo siempre en todas partes y nace un sereno que prende luz a esta calle, tu sombra y la esquina, el mundo que te doy cuando el mio tiempo hace que desaparecío, tu cuerpo, mi vacío.

jueves, abril 13, 2006

En el cajón

Laia recupera su encanto en toda su facundia. Hubo un tiempo en que lo había perdido, el encanto digo. Hubo un tiempo en que odiarme se había convertido en su pasatiempo favorito, mirándome de soslayo con rojo sangre en sus alteradas venas. Laia me odiaba. No entendía mis ganas de evadirme de todo este mundo circunstancial que nos rodea y guia pasos, de este mundo mal dibujado desde sus cimientos, el mundo sin ningún principito que me lo hiciera comprender, aún fuera solo un poquito, un poquito...
Odiándome lograba separarme de ella. Cuando la indiferencia habita al otro lado de la cama vivir no resulta agradable, vivir como quién vive en las esquinas esperando el amor silente del escarabajo, el que paga y se va. Perdóname Laia, no era mi intención. Ya, me replicaba, pero tu no entendimiento de las cosas no tienen por qué hacerme sufrir. Al no comprenderte sufro, y amarte es, pues, sencillamente, imposible.
Pero hoy, cuando la veo aquí dormidita a mi lado, llena de muecas tan distintas como la mañana que se cuela callada en esta habitación, hermosa, única, solo puedo dar gracias a toda su perseverancia durante años que fueron siglos sin duda. De la poca incomprensión de todo el arbitrio de los tejados sembrados de tristezas, ahora entiendo. Te quiero, y quererte da fuerza para seguir. El mundo lo dejaré para otro rarito. Ahora que descanse en el cajón.

miércoles, abril 12, 2006

En un banco

Cojo pido un taxi. Me he llevado un golpe caminando sobre estos desastrosos adoquines. Juan Florez, por favor. Como duele!!!. ¿Altura? La que le venga bien.
Voy a perderme. Ser uno más entre el gentío. Apenas respirar para no levantar sospechas. Observaré. Aún sea cojo porque ciego no estoy ¿no?. Caminaré y los iré siguiendo por todas partes. Escucharles. Ver cómo se enamoran. El odio. Ese adiós y no me llames más. La pena. Sus constantes caritas apesadumbradas, ojos de envidia, alcohol y botellones para sentirse vivo. Esa es su manifestación. Joder!!! Cómo me duele el tobillo. Un banco. Me sentaré. Cuando de repente la veo: Hola Laia, cuanto tiempo!! Parece no escucharme. Laia, Laiiiaaaaaaaa.... grito. Nada. En cuestión de segundos se pierde entre la gente. Se fue.
Cuando recibí esta carta que ahora sostengo en mis manos no daba crédito. "... y te vi ahí sentado con cara inerte, muy lejos de este mundo. Te llamé desde el otro lado de la acera. Te grité haciendo montones de aspavientos. Nada. Así que te dejé ahí, sentado. ¿ Te pasa algo?"
Cada vez me pregunto con más frecuencia si aquel día fue un sueño o una extrapolación de esta carta entre mis viejas manos. Cuando te pienso Laia, evadirme de la gente es mi camino a seguir. Así que ahora te vas dando cuenta que cuando decía que eras el centro de mi gravedad no era un simple juego de palabras, ni tan siquiera ficción. Cuando te pienso Laia me hago invisible.
¿ Cómo dice? ¿ Tres cuarenta? Ah... si, si...perdone. Bajo del taxi llevándome una extraña mirada del conductor. Seguro que estaba hablando solo. En Juan Florez hoy hay luces y sombras...y un montón de bancos claro.

Vuelo

Vuelven las golondrinas a surcar el cielo. Pero ¿ Adonde van? De tanto aletear alguna se posa en mi tejado y me mira como inquieta. Muchos quilómetros, seguro. Y guiñándome uno de sus ojitos emprende de nuevo el vuelo. Adios, parece decirme con el sonido de su batir de alas. Pero ya veo toda esta ciudad desde el cielo contaminado y poblado de antenas. Creo ser una golondrina y sigo la estela de todas aquellas que me llevan ventaja. Ver la ciudad desde aquí ayuda a comprender lo pequeñito que somos, ahí abajo con tanta prisa en los zapatos, el bullicio y el desamor. Mira; un atasco. Mira, mira allí: un edificio en llamas. Esto de ser golondrina alivia toda esta espera en el asfalto, su voladura extenuada para con la especie.
Vuelven las golondrinas a surcar el cielo y yo tengo que darme prisa que no llego a tiempo a trabajar. Jope!!!
Las llaves!!!! Si, ya se, en la taquilla. Y mientras bajo las escaleras siento que no vuelo como antes,y abriendo el portal llueve y hay un atasco de la leche aquí. Bueno, a soñar toca.

Reirse

Yo que no pretendo esa lujuria en las esquinas donde silente adolece de esclavitud el sexo, yo que fui eterno cerrojo de luz rota como una muñeca de trapo, yo como yo a la mitad cuando asoma este espejo, yo sigo.
Siento un desfile de fina alcurnia en mis venas de marionetas, sus hilos me hacen cosquillas así que me rio. Yo me rio. Durmiéndome al paso del tranvía que me mira me rio.
No pretendo el cielo tieso de esperanza maniatada, yo que le he mirado de frente aún cabizbajo. Respeto esa idea de todo ideal ligado a la buenaventura pero me rio. El cielo fue un espejo donde siempre ha estado la otra mitad de mi. Lo que me queda está aquí junto al suelo y reirme al lado del tranvía es hoy mi propósito. Ríete conmigo porque muriéndome risueño me es menos muerte, porque riéndome logro un poquito olvidarte y no.

martes, abril 11, 2006

Tendencia

Con el espejo a cuestas madrugo en la mañana. Tengo tendencia a desaparecer pero el día asoma de nuevo. Ojeriza. Vacío cósmico. Nada. Cuando apago el despertador llegan a mis oídos, aún malheridos por el sueño, una danza de imbéciles, la calle, el hastío. Tengo tendencia a desaparecer... el frío de los trenes en mis mejillas se rie de tanto andar monocorde. Mi camino, mi marcado camino y el tuyo que no pasa por aquí. Tengo tendencia a desaparecer y la lluvia borrar lo poco andado en la mañana, y tu, agazapada detrás del cristal, me miras como queriéndome de nuevo,con esfuerzo, como difícil es la mañana al levantarme. Será que tengo tendencia a desaparecer. Será eso.